viernes, 28 de marzo de 2008

Madrugadas

En la soledad de las tres de la mañana es que salen las ideas silenciosas, dispuestas a conquistar el mundo o el día siguiente. Poder vencer al sueño sin ser insomne es un privilegio que se obtiene durante pocos días para quien está acostumbrado a dormir abrazado con la oscuridad. La madrugada es una mañana sin sol (una mañana de noche), es el comienzo a quien nadie le hace caso. Puedo respirar un aire limpio, mis oídos se desintoxican de lo que no tiene sentido; solamente las teclas rompen el silencio cristalino. Ahora es cuando las ideas gritan, golpean, saltan en una cascada muda hacia su ejecución. Para qué hablar, si puedo escribirlo?

La compañía en las altas horas de la noche o las bajas horas de la mañana es la única que se puede considerar como opcional. Quienes se encuentran son transeúntes en una calle vacía que deciden caminar juntos sin obligaciones. Somos cómplices refugiados en la tranquilidad.

Nunca más vuelvo a desestimar la inspiración de medianoche, aquella que nos hace sentirnos como poetas omnipotentes, donde aflora cada ironía del mundo y donde las frases absurdas son lo más importante para quien las dice.

Hoy puedo seguir de largo, o dormir luego una siesta para justificar la pijama... pero voy a ver hasta donde me llevan mis ojos al fin abiertos.

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