viernes, 15 de agosto de 2008

Elitismo

Maquillaje, blusita, tacones, carterita, perfumazo, jeans, y lista para la guerra. Bajar con el tire, el flow, el salonazo, montarse en el carro con el aire a todo, musiquita, la noche de Santo Domingo toda espléndida, todos los semáforos en verde y llegar al sitio. La discoteca más trendy de la ciudad, luces brillantes, todos fabulosos... esperando apiñados en la entrada. Es así la cruda realidad. Como los engranajes de este país tan chic y caros se mueven en base al amiguismo, tenemos la irónica imagen de tres bouncers impidiéndole la entrada a algunas 20 0 30 personas k usted las ve bonitas, cambiadas, sin pinta de arrancados, con ropita de marca y dispuestos a gastar su dinero adentro en bebidas... y de momento dejan entrar a fulanito que llega de último, es cliente fijo y seguro tiene su mesa lista con la Grey enfriándose. Y tiene k aperrucharse entre los que esperan, tratar de pasar a duras penas, darle la mano a un bouncer para subir el escaloncito y evitar que la manada pase por el camino que ha dejado marcado.

Pero al final qué pasa? Que todos entramos. Nos dejan 15, 20, 30 minutos afuera para sentir un poco de impotencia, pero esta es la parte en que de repente la mano del destino (y del segundo bouncer) señala "tú, tú, tú" y las aguas se abren para que subamos el escalón y entremos. Y es así. Son ganas de restregarnos en la cara que los VIP son mejores que el vulgo... y ganas de ellos de no hacer negocios, porque cada momento en el que 30 personas están afuera, son 30 personas menos consumiendo en ese momento. Do the math... Es una maniobra un poco estúpida e insoportable, pero es el precio de vivir en una sociedad elitista y de creerse alguien, la crême de la crême, el rey tuerto entre los ciegos. Y a todos nos falla siempre la memoria a corto plazo.

1 comentarios :

  1. Alguien dijo...

    Sólo el mar es igual,
    profundo y azul:
    más grande que yo,
    más grande que tú.

    Menguante.
    Pedro Guerra.