Sin mirarnos
Jamás seremos capaces de mirarnos directamente a los ojos, de admirar nuestra tridimensionalidad al completo, de prescindir de un espejo frío y plano. Nunca podremos acercarnos, enfrentarnos cara a cara, ser tercera persona en vez de primera. Estamos condenados a vivir siendo un reflejo, siempre atrapados en nuestro propio cuerpo.
Somos espectadores de todo menos de nosotros. Por eso es que es tan difícil conocernos completamente.
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